Breve Historia de la Iglesia Anglicana.

Breve Historia de la Iglesia Anglicana.

Cuando se habla de la «Iglesia Anglicana» todo el mundo piensa en cierto rey inglés, el famoso Enrique VIII, el gordo con seis mujeres. Él la fundó, ¿no es cierto? Quiso divorciarse de su primera esposa para casarse con otra. 
La Iglesia Romana no le dio permiso, y por eso Enrique empezó una nueva iglesia y ella le concedió la nueva Esposa. 
A los Anglicanos en Latinoamérica nos da mucha pena leer cosas por el estilo en los textos escolares de historia. Sabemos que nuestra herencia espiritual no fue ganada por la concupiscencia de un disoluto, sino por la sangre de hombres santos. Enrique no "fundó una nueva Iglesia" sino declaró la independencia de una antigua Iglesia que estaba en proceso de renovarse.

La Iglesia ha existido en Gran Bretaña desde los primeros siglos de la época cristiana. Unos dicen que su apóstol fue José de Arimatea. Otros creen que fue San Pablo. 
Ciertamente, en el Concilio de Arles, convocado por el Emperador Constantino en el año 313, participaron tres obispos británicos. Al llegar los invasores anglosajones en el siglo V, la iglesia fue confinada a las sierras de Gales e Irlanda. Un siglo más tarde, los anglosajones fueron evangelizados por monjes célticos de Irlanda y Escocia y por monjes italianos de Roma. El líder de los monjes romanos, Agustín, estableció la sede de Canterbury en el siglo VI. En el año 644 la rama céltica aceptó la primacía de Canterbury y todos quedaron bajo la creciente autoridad del obispo de Roma.

En los siglos que siguieron, nunca desapareció la tradición que resistía a la autoridad papal. Su más destacado oponente en la "Eclesía Anglicana" (así se titula en documentos medievales), era el catedrático y párroco Juan Wiclif (1329-84). Wiclif sostuvo la superioridad absoluta de la Biblia sobre los pronunciamientos de la Iglesia en asuntos de fe y práctica. Insistió que cada hombre, hasta el "mozo de arado", tenía derecho de leerla y oírla en su lengua madre. Wiclif hizo la primera traducción de la Biblia al inglés, la que sirvió de base a otra, hecha por Guillermo Tyndale en 1526, y ayudó a preparar el terreno para la reforma que Martín Lutero comenzó en el siglo 16.

Al llegar el siglo XVI, las Iglesias que estaban en comunión con Roma se hablan alejado mucho de la sencillez y espiritualidad de la Iglesia Apostólica. La tremenda inquietud entre hombres sinceros con relación a este estado de cosas se cristalizó cuando el monje alemán, Martín Lutero, lanzó su desafío contra las corrupciones de la Iglesia Católica Romana en 1517. Lutero había descubierto en la Biblia una verdad básica que la Iglesia había sepultado bajo un montón de tradiciones humanas. Era la doctrina de la justificación por la fe, según la cual el hombre no puede ganar el perdón de sus pecados por sus propios esfuerzos. Todo el aparato de la Iglesia Medieval —penitencias, peregrinaciones, ayunos, austeridades, absoluciones, misas, reliquias, indulgencias, no valía nada como un medio de reconciliar al pecador con Dios. La reconciliación ya la había efectuado Dios mismo, actuando en Cristo. Dios acepta (Justifica) al pecador que está en Cristo. Queda entonces para el pecador el aceptar al Salvador por fe, arrepintiéndose y sirviendo a su Señor en el poder del Espíritu Santo como expresión de su confianza y gratitud. Este redescubrimiento creó nueva vida en la Iglesia. Brotó una gozosa libertad espiritual que no pudo ser contenida bajo las formas medievales. Trágicamente, el Papa y los cardenales resistieron los cambios propuestos. Las Iglesias de Europa tuvieron que decidir entre la autoridad de Roma y la autoridad de la Biblia.

Como muchos príncipes europeos de la época, Enrique VIII tuvo motivos políticos para independizar la iglesia de su país del poder de Roma. Fuese el que fuere su propósito, él no podría haber hecho nada sin el consentimiento de los anglicanos. A ellos no les Interesaba en lo más mínimo el tener o no una nueva reina para Enrique. Ellos buscaban una iglesia renovada de acuerdo y a la luz de la Biblia. Cuando la ley, que negaba la supremacía papal, fue introducida por el rey en el parlamento, en 1534, una gran mayoría estuvo a favor. Así había comenzado la Reforma de la Iglesia en Inglaterra.

La reforma de la iglesia en siglo XVI nos enseña que la iglesia de Dios puede alejarse del Señor y que la iglesia necesita ser renovada para cumplir su misión como sal y luz de la tierra. La iglesia suele caer en periodos secos donde esta mas interesada en temas que no tienen nada que ver con el mandato de ir y hacer discípulos

Enrique XVIII introdujo una Biblia inglesa en cada templo, pero no le agradó tener más cambios radicales. Años antes el rey había recibido e1 título de “Defensor de la Fe” de parte del Papa, por haber escrito contra Lutero, y retuvo su sospecha de la doctrina reformada hasta el día de la muerte. La Reforma tomó más ímpetu durante el reinado de su hijo, Eduardo VI (r. l546-53) En 1549, Tomás Cranmer, el Arzobispo de Canterbury. Produjo el primer “Libro de Oración Común”. Este libro y las ediciones, subsiguientes, han dado al anglicanismo su carácter distintivo junto con una base bíblica.

Por medio del Libro de Oración Común, los cultos públicos reciben una forma litúrgica que facilita la participación de toda la congregación en su propio idioma. Se preserva mucho de las liturgias antiguas, pero incluye materias compuestas por los reformadores y exhala una atmósfera profundamente evangélica. Se hace provisión para la administración de los dos sacramentos, el Bautismo y la Santa Cena instituido por Jesús. El bautismo de los hijos y infantes de los creyentes es recomendado, y al tener uso de razón, cada bautizado debe afirmar sus votos y recibir la imposición de manos por un obispo en el servicio de la Confirmación.

El orden para la Santa Cena proclama la muerte de Cristo, afirmando que Jesús, por su única oblación de sí mismo una vez ofrecida (en la cruz), hizo allí un entero, perfecto, y suficiente sacrificio, oblación, y satisfacción, por los pecados de todo el mundo.

El carácter bíblico de la Iglesia Anglicana no se realizó sin sufrimiento. La Reina María (l553 -1558) intentó hacerla volver a la obediencia a la Iglesia de Romana. Tomás Cranmer, otros obispos, y una muchedumbre del pueblo, fueron quemados por su adhesión a principios bíblicos. Este costoso testimonio facilitó el restablecimiento de la Reforma por Isabel 1ra. (l558-1603).

Su excomunión por el Papa en I57O, consumó la ruptura con Roma. Consciente de la diversidad de convicciones religiosas dentro de su reino, Isabel dio un carácter comprensivo a la Iglesia “no inquiriendo demasiado en las conciencias”. La Reina resistió las demandas de los extremistas que toda tradición no explícitamente autorizada por la letra de la Biblia debiera ser eliminada.

Los 39 Artículos de Religión, aprobados en 1562, definieron los limites de esta política comprensiva. Desde aquel entonces, el desafío anglicano ha sido “muéstrennos que hay algo claramente expuesto en la Sagrada escritura que nosotros no enseñamos y lo enseñaremos. Muéstrennos que hay algo en nuestra enseñanza y práctica claramente contrario a la Sagrada Escritura y lo abandonaremos”.

El Libro de Oración Común y los 39 Artículos, protegen las Iglesias contra herejías, desorden, y anarquía.

La Iglesia Anglicana retiene el ministerio apostólico de obispo, presbíteros, y diáconos; en el Libro de Oración Común, se encuentra la fórmula para su ordenación y consagración. Los votos hechos por los candidatos nos recuerdan que ningún ministerio es apostólico si es que rechaza la doctrina de los apóstoles. Los clérigos anglicanos son primeramente pastores y “ministros de la Palabra y sacramentos”.

El Libro de Oración Común sigue el año eclesiástico con su énfasis en cada aspecto de las doctrinas bíblicas fundamentales. Un calendario provee un plan sistemático para la lectura de toda la Biblia, tanto en el hogar como en el templo. Todos los salmos son leídos durante el curso de un mes. En cada culto se leen a lo menos dos pasajes bíblicos. Los autores de Libro han asegurado que la Iglesia Anglicana es una Iglesia bíblica con miembros conscientes de “todo el consejo de Dios”.

El mensaje central de la Biblia es la obra redentora y salvadora de nuestro Señor Jesucristo y su revelación singular sobre Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Jesucristo es el único mediador entre la humanidad y Dios. Por eso no creemos que María ni los santos ni pastores son mediadores ni son intercesores que ocupan el mismo lugar de Cristo.

El adjetivo “católico” describe lo que es “general” o “universal”. Los Anglicanos llaman a su Iglesia “católica” porque están convencidos que ella sigue siendo una parte genuina de aquella verdadera Iglesia, la Iglesia Universal, que en todas partes y por todos los siglos ha confesado a Jesús como su Señor y Salvador. En la Iglesia Primitiva los cristianos denominaban “católica” a aquella fe y práctica enseñada por la Iglesia Universal, para distinguirla de los errores inculcados por sectas aisladas. Por eso confesamos que la iglesia es “católica” en los credos apostólico y niceno durante el culto dominical. La palabra “católica” no significa la iglesia católica romana sino la iglesia de Jesucristo en todo el mundo. Al llamarse católica, la Iglesia Anglicana enfatiza que ella no es una secta herética ni cismática, sino que posee continuidad con la fe, práctica, y ministerio, de la Iglesia Primitiva. No olvidando nunca que la tradición eclesiástica es inferior a la adición apostólica contenida en la Escritura. el Anglicanismo se complace en aprender del pasado. Sus miembros expresan su fe por medio de los Credos formulados en la antigüedad. El Credo de los Apóstoles, el Credo de Nicea, el Credo de Atanasio. Hay respeto por las decisiones de los Concilios Generales cuando no contradicen a la Escritura. El pensamiento de los Padres de la Iglesia, y de los demás maestros fieles que Dios ha dado a su Pueblo en cada época, enriquece y profundiza su entendimiento de la Palabra de Dios.

Los Anglicanos insisten que su cristianismo no es lo opuesto del catolicismo original, sino su salvaguardia. El adjetivo “cristiano” denomina a aquellas iglesias que testifican a favor de la tradición apostólica encontrada en la Biblia.

En Puerto Rico la iglesia cristiana se llama “evangélica”. La iglesia Evangélica da mucha importancia a la conversión personal y una fe vibrante sin los rasgos históricos de la iglesia como uso del credo, la liturgia, los símbolos, el bautismo de niños y el ministerio episcopal. Tampoco creen que la iglesia Romana es parte de la iglesia cristiana universal. Por eso piden que los conversos de la iglesia romana se bauticen de nuevo como adultos. A diferencia de otras iglesias evangélicas sin embargo; la iglesia anglicana no bautiza de nuevo los conversos que ya están bautizados en la iglesia romana, porque la validez del sacramento no reside en la calidad de iglesia sino en el hecho de que hay solamente un bautismo que refleja la única obra salvadora de Jesús (Efe. 4:1-5). Hoy en día en Puerto Rico, como en muchas partes del América Latina, estamos viendo el crecimiento de la iglesia evangélica. La iglesia Anglicana goza de buenas relaciones con nuestros hermanos evangélicos, participando en actividades junto a estas. Los anglicanos, como los cristianos o evangélicos, aman la Biblia, predicamos el evangelio, creyendo que el hombre debe nacer de nuevo si quiere ser salvo.

La capacidad de mantener relaciones fraternales y sacramentales con las iglesias evangélicas o cristianas muestra la unidad entre las iglesias bajo el Señorío de Jesucristo. Por eso creemos y reconocemos la validez de los bautismos hechos en todas las iglesias e invitamos a cristianos de otras iglesias que participan regularmente en la santa cena y la cele
bración de la eucaristía en el culto dominical.

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